El trastorno de pánico afecta a más de 260 millones de personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

22 de noviembre, 2020

El trastorno de pánico afecta a más de 260 millones de personas en el mundo, según la OMS. 

Apreciados lectores, el tema de hoy ha sido solicitado por muchas familias de nuestra ciudad, ya que es uno de los trastornos de ansiedad que más se están presentando.

Las personas manifiestan que inesperadamente y sin causa aparente, empiezan a sentir un miedo intenso, a pensar que algo horrible va a suceder o incluso tienen miedo a morir, que les impide seguir con sus actividades diarias. Los sí­ntomas son:

  • Dificultad para respirar
  • Dolor en el pecho
  • Palpitaciones
  • Sudoración extrema
  • Temblores, sensación de mareo
  • Inestabilidad fí­sica y emocional
  • Hormigueo en piernas o brazos, o simultáneamente
  • Náuseas y malestar abdominal

Por lo general, las crisis duran entre 10 minutos y media hora. Suelen repetirse y generan una gran limitación en el desarrollo de las actividades diarias debido a la ansiedad que causan y al miedo a padecer nuevos episodios. Según la OMS esto es el trastorno de pánico, que afecta a más de 260 millones de personas en el mundo.

Las causas exactas de este trastorno se desconocen, se cree que los factores genéticos, los mecanismos de herencia y la vulnerabilidad del individuo son determinantes.

Se lo relaciona con la influencia de largos perí­odos de estrés, el cansancio puede provocar que el cerebro produzca dióxido de carbono, cuando aumentan los niveles de estos, el cerebro cree erróneamente que se está asfixiando y enví­a señales para aumentar la respiración y conseguir más oxí­geno, aquí­ se desencadena un ataque de pánico.

Con frecuencia este trastorno se presenta en personas de marcada autoexigencia que se han habituado a abusar de sus aparentes energí­as ilimitadas, quienes un buen dí­a perciben una alteración corporal anómala, como si el cuerpo ya no tolerara el mismo ritmo trepidante que tení­a hasta el dí­a anterior.

Y empiezan a presentarse alteraciones en la salud, tales como: problemas gastrointestinales, cardiacos, respiratorios, entre otros.

Es probable que se acuda a un centro hospitalario en donde después de todos los exámenes pertinentes nos digan que no hay nada grave.

En los ataques de pánico hay dos fuerzas que se unen y se suman: un estado de ansiedad que predispone a padecer molestias en el sistema nervioso (dificultad de relajarse o permanente sensación de alerta), y la percepción de este estado no como una molestia fí­sica menor, sino como algo terrible, percibiéndonos desvalidos, débiles e inhabilitados.

Desde el punto de vista del trastorno psicológico, lo relevante no es el haber tenido un ataque de pánico sino incurrir en las siguientes acciones:

  • Negar excesos, como: trasnochadas, mala alimentación, problemas emocionales no resueltos, actividades extenuantes, abuso de alcohol o drogas.
  • Desarrollar conductas negativas como: anticipar situaciones, pensamientos obsesivos, evitar socializar por temor a que se produzca el ataque y aislarse.
  • Impacientarse frente a los sí­ntomas.
  • Actuar como enfermo terminal.